La Ropa y el Calzado

HABLEMOS DE VESTIDO Y CALZADO

El vestido y calzado cumplen funciones estéticas, funcionales, sociales,...una boda, un banquete de conmemoración, una fiesta navideña o un baile; estéticas, seguir la moda del momento y queda aún una tercera utilidad que le podemos atribuir al vestido y que es en realidad la razón por la que apareció: la funcional. Cubrir la necesidad básica de protegernos de los rigores del tiempo: frio, calor, lluvia, contacto con el suelo.

Pero el que vamos a tratar en este escrito es un aspecto diferente de los enunciados hasta el momento: el práctico. Hablaremos del vestido y calzado en cuanto a comodidad al llevarlo, facilidad para ponerlo, conveniencia para la salud, y temas relacionados cuando nos ocupamos de personas de edad avanzada y/o personas con demencias,  aportando  información y algunas sugerencias.

 

LAS VESTIMENTAS MÁS ADECUADAS

En ciertos momentos la comodidad es uno de los elementos más importantes a la hora de vestirnos. La vejez es uno de ellos. Y del mismo modo debemos considerar las situaciones de dependencia por causas diversas. Hablamos de personas con una limitación en sus movimientos para las cuales vestirse puede convertirse en un proceso difícil, penoso e incluso catastrófico. Los botones pequeños, los puños abrochados, las ropas pasadas por la cabeza, las prendas ajustadas,... muchos detalles que en la vida cotidiana no tienen ninguna importancia pero que cuando nuestras capacidades se van reduciendo pueden convertirse en una montaña infranqueable.


• Hay adaptaciones que podremos hacer en la ropa que ya tenemos en casa o cosas que habremos de tener en cuenta cuando vayamos a adquirir alguna prenda nueva.

 Los botones grandes facilitan la tarea de abrochar a unos dedos poco hábiles; menos botones y de mayor tamaño permiten que la propia persona siga realizando esta acción con menos dificultad y resultado satisfactorio.

 Los pantalones tipo chándal con goma en la cintura, facilitan el acto de poner o quitar la ropa y seguro que podemos encontrar en el mercado algún modelo que convenga a nuestros gustos y necesidades.

 La ropa pasada por la cabeza es más difícil de poner que la que se abrocha y por ello cuando la movilidad está limitada es conveniente abandonar esas prendas o reconvertirlas en piezas abiertas si lo consideramos adecuado. El momento en que la cara queda oculta por el jersey o los movimientos de los brazos a que nos vemos obligados para ponernos una prenda pasada por la cabeza pueden conducir a situaciones de irritación a una persona con demencia.

 A su vez la ropa abrochada detrás resulta más sencilla de poner que la que va abrochada delante.


Quizás en algún momento, cuando la dependencia de la persona a la que cuidamos es de alto grado y resulta prácticamente imposible conseguir su colaboración a la hora de vestirse, debamos plantearnos sacrificar la apariencia visual deseada por un mayor bienestar.
Aquí tendrá que empezar a trabajar nuestra imaginación (con un poco de maña una camisa de botones pequeños podría conservar su apariencia por delante pero ser abierta por detrás y cerrarse con una tira de velcro) para conseguir ropas abrochadas en la parte trasera puesto que en el mercado será difícil que las encontremos.

 

A PROPÓSITO DEL CALZADO

El calzado es otro tema importante. En el supuesto de que dicha persona tenga capacidad para elegir, será conveniente que lo haga según criterios de salud y comodidad más que de moda o costumbre.
Si hablamos de una mujer, es posible que haya estado acostumbrada a llevar tacones. Sería recomendable que a cierta edad se fuera reduciendo la altura del tacón para asegurar un mayor equilibrio y minimizar el riesgo de caídas. Disminuir la medida del tacón en un centímetro por año permitirá hacer este cambio de manera gradual para que no resulte tan difícil acostumbrarse. También es importante que los zapatos no sean puntiagudos puesto que ello va en detrimento de la salud del pie: los dedos viven durante horas en un espacio demasiado estrecho y se van apretando y montando uno encima de otro llegando a producir heridas, callos o deformaciones.

Por otro lado hay que tener en cuenta el material con que está fabricado el zapato. Los materiales naturales son preferibles a los sintéticos. Una piel suave que se adapte a la forma del pie sería la mejor elección. Las deformidades que se puedan haber producido en los pies serán mejor acogidas por un material suave y flexible que evitará en parte los dolores que el calzado produce en muchas ocasiones. Se pueden encontrar zapatos adecuados a todas las necesidades, en piel suave y adaptable como hemos comentado, en rejilla que también se adapta muy bien a la forma del pie o para personas con pies muy delicados calzados en tela, gruesa y afelpada para el invierno y más fresca para el verano. Otra cosa a contemplar es la conveniencia de que el zapato sea fácil de poner y quede bien cogido al pie no siendo recomendables las chancletas. Los que llevan velcro facilitan la tarea de abrochar, aunque los de cordones también se abren bien para facilitar el paso del pie y quedan muy seguros una vez atados

Comodidad, seguridad, salud, tres elementos importantes a la hora de elegir un calzado que si bien estamos recomendando para personas mayores o con deterioros importantes por enfermedad, deberíamos tener en cuenta a cualquier edad para prevenir problemáticas posteriores.