Trastornos Alimentarios

No es de extrañar en los enfermos de Alzheimer que se dé una pérdida de peso a veces desde el inicio de la enfermedad, y que tenderá a aumentar en fases más avanzadas. Es importante que se haga un control del peso y un seguimiento por parte del médico del estado de salud del enfermo. Él sabrá en qué momento, si llega, hay que dar una alimentación suplementaria que compense las carencias nutricionales detectadas.

Pero si la persona ya no es capaz de alimentarse correcta y equilibradamente, hay que asegurarse de darle nutrientes en cantidad adecuada y en las proporciones correctas. Esto se puede definir con:

 

DIETA EQUILIBRADA: procurar que coman de todo en cantidades correctas, guiándonos en principio por las que solía comer cuando era una persona autosuficiente.

Puede que hacia el final de la enfermedad se considere necesario pautar una dieta hiperproteica. Esto será competencia del médico y habrá que seguir sus indicaciones.

 

HIDRATACIÓN SUPLEMENTARIA: más fácimente aún que la mala nutrición puede darse con facilidad una deshidratación. Como no sienten la necesidad de beber, es necesario que seamos los cuidadores los que nos preocupemos de que hagan la ingesta de agua necesaria. Si vemos que les cuesta tomarla, tendremos que buscar alternativas. Las infusiones o agua coloreada con un poco de jarabe de grosella, menta, etc. pueden ser una buena solución para conseguir que beban. Ocasionalmente podemos sustituir el agua por leche o zumos de fruta.

Si el motivo por el cual no beben es la dificultad para tragar líquidos, podemos añadir al agua los productos espesantes que venden en las farmacias o sustituirla por gelatina de frutas, que podemos preparar en casa o comprar ya preparadas.

Incluso si tenemos todas estas precauciones, no garantizamos que no se pueda dar al final de la enfermedad un estado de desnutrición. Debemos recordar que esta situación NO se da por negligencia ni tenemos siempre el poder de evitarla.

 

POSIBLES ESCENARIOS

Puede haber en las personas con demencia trastornos asociados con la alimentación que nos sorprenden y que a pesar de tener una importancia relativa nos trastornan y pueden ser causa de enfrentamientos si no los valoramos en su justa medida. A modo de ejemplo en plantearemos algunos, a la vez que intentaremos dar una posible explicación del por qué se dan y de cuáles podrían ser nuestras respuestas.

 

SITUACIÓN No le gusta lo mismo que antes: siempre le había gustado mucho la carne y ahora no la quiere ni ver. Dice que no ha comido nunca y que aquello es una porquería y que no se lo piensa comer.

MOTIVOS Puede que no sepa utilizar el cuchillo y que por tanto rechace la pieza de carne por la dificultad que le representa.

RESPUESTA Evitaremos intentar hacerle entrar en razón sobre el hecho de que toda la vida le ha gustado mucho la carne y trataremos de ofrecérsela de nuevo cortada a trocitos y diciéndole: a ver si esto te gusta. Si a pesar de todo no se lo come, lo dejaremos correr por aquella vez. Si se da de forma continuada el hecho de no querer comer la carne, buscaremos nuevas formas de presentación que sean más blandas o tengan un aspecto diferente.

 

SITUACIÓN Le gustan cosas que antes no quería comer. Reclama que se le dé lo que comen los demás, no quiere una comida diferente.

MOTIVOS Quizás no reconoce lo que están comiendo, ya no tiene capacidad para recordar las costumbres y gustos adquiridos con anterioridad

RESPUESTA El objetivo fundamental es que coma. Si quiere algo que nunca había querido comer, olvidémonos del ayer. Ahora es una persona con conductas diferentes y tendremos que ir aceptando con sus cambios constantes.

 

SITUACIÓN Se cansa, no está motivado.

MOTIVOS Si ya no reconoce la sensación de hambre, ni comprende la necesidad de comer o la comida como tal, su desinterés irá en aumento.

RESPUESTA Para compensar estas situaciones podemos hacer cosas como:

-Procurar platos concentrados que tengan poco volumen. Hacer un plato único. Si es necesario, consultar sobre la administración de complementos (bebidas, batidos)

-Mantener la actividad física para estimular el apetito

-Mantener un horario durante todo el día y naturalmente a las horas de comida.

-Darle pocas cantidades y más a menudo, siempre a las mismas horas y en el mismo lugar

-Presentar la comida de forma agradable a la vista

-Asociar la hora de la comida con cosas que le gusten: la visita de un nieto, música, mirar a la calle ... Estimular

-Hacer una dieta blanda: croquetas, purés, triturados de fruta, tortillas, pescado, canelones ...

 

EFECTOS ASOCIADOS QUE HAY QUE EVITAR

Aparte de los indicados anteriormente (desnutrición, deshidratación), hay otros efectos asociados que también apuntaremos de pasada:

Caídas: pueden tener consecuencias graves como aumentar la desorientación, pérdida de la facultad de caminar, ...

Úlceras por presión: son causadas por la presión constante sobre unos puntos determinados.Una buena nutrición rica en proteínas puede ayudar en la formación de masa muscular y ayudar a evitar las ulceraciones.

Inmovilización: retrasar la inmovilización para evitar efectos indeseables. Hay que mantener el ejercicio físico mientras sea posible.

Encamamiento: aunque el enfermo no tenga movilidad, hay que evitar el encamamiento permanente Para compensar la situación será conveniente hacer cambios posturales, (una misma postura no debería alargarse más de dos horas), movilizaciones pasivas para mantener la extensión -flexión de todas las articulaciones, sentarse y tumbarse en lugares diferentes para evitar que los puntos de contacto sean siempre los mismos, ...

 

LA TOMA DE DECISIONES

A medida que el tiempo pasa y van aumentando las dificultades para realizar la alimentación de la persona enferma en la forma habitual, puede que nos tengamos que plantear una alternativa.

Esta es una reflexión que cada cuidador debe hacer a nivel personal en base a sus convicciones y a las que pudiera haber expresado el enfermo cuando podía hacerlo.